
12 de diciembre, día mundial de la DISFAGIA.
En el primer post hablamos de la alimentación en personas mayores. Hoy vamos a adentrarnos más en la patología de la deglución para hablar sobre los signos y síntomas que nos ayudan en la detección de la disfagia y los tipos de disfagia que existen a propósito de que el sábado conmemoramos el día mundial de la disfagia.
La disfagia es la dificultad o imposibilidad para tragar un alimento o la propia saliva. ¿Os imagináis que no pudiésemos tragar?, ¿pensasteis alguna vez qué implicaría eso?, ¿creéis que tendría solución?.
Comer y beber son funciones vitales para todo ser humano. Además de mantenernos nutridos (hay estudios que evidencian la relación de la desnutrición con la disfagia), comer es algo motivante ya sea por el placer que nos producen determinados alimentos o por el acto social que conlleva. La disfagia supone una implicación también a nivel emocional que siempre debemos tener presente.
Existen varias clasificaciones de disfagia. Una de la más usada es según la fase de la deglución afectada, o lo que es lo mismo la localización de la disfagia. ¿Dónde se produce la disfagia? Hablamos aquí de disfagia orofaríngea o disfagia esofágica:
– Disfagia orofaríngea. Es la que se origina a nivel oral, faríngeo, laríngeo, y del esfinter esofágico superior (EES). Supone el 80% de las disfagias. Hay alteración de la fase oral, tanto preparatoria como de transporte, y/o faríngea dificultando el paso del bolo alimenticio y protección de la vía aérea por compromiso de la orofaringe, laringe o esfinter esofágico superior. Un tipo de disfagia orofaríngea es la disfagia neurógena, debida a alteraciones estructurales.


– Disfagia esofágica. Ocurre en el esófago superior, el cuerpo esofágico, el esfínter inferior y el cardias. Suele deberse a causas orgánicas o mecánicas de la fase esofágica y su motilidad, encargada del transporte del bolo desde el esfinter esofágico superior hacia el esfinter esofágico inferior, con su apertura e introducción del bolo en el estómago y posterior cierre. Supone el 20 % de las disfagias. Es frecuente en enfermedades neuromusculares y autoinmunes.

Otra clasificación también muy recurrida es según el tipo de alimento:
– Disfagia a líquidos. Existen dificultades para tragar líquidos.
– Disfagia a sólidos. Existen dificultades con el manejo y/ o deglución de los sólidos.
– Disfagia mixta, cuando hay dificultades de distinta severidad para varios alimentos o para todo tipo de alimentos.
– Paradójica, relacionada con trastornos psico-emocionales o malas experiencias previas. Un ejemplo son los frutos secos con los que son frecuentes episodios de atragantamiento, o las uvas en fin de año.
En otra clasificación, según la causa, nos encontraríamos a la disfagia sarcopénica, ocasionada en la etapa de la vejez por la pérdida de tono muscular y consecuentemente de la fuerza y funcionalidad muscular. Según un estudio realizado en ancianos hospitalizados de los cuales el 76,8% mostraban sarcopenia, el 30% de ellos evidenció disfagia lo que indica que la prevalencia de este tipo de difagia es alta.
Para saber si una persona puede o no presentar disfagia podemos atender a los siguientes signos y síntomas que, algunos de ellos, observamos en la valoración como riesgos de seguridad y de eficacia:
- Deja de comer.
- Pierde peso.
- Tose frecuentemente durante la comida.
- Cambio de voz después de tragar.
- Aumenta el tiempo necesario para tragar.
- Se atraganta.
- Posee infecciones respiratorias frecuentes sin una causa conocida.
- Odinofagia o dolor al tragar.
- Restos orales de alimento.
Además es importante tener en cuenta el estado general de la persona en el momento de la comida. Para ello puede ser útil que el neuropsicólogo realice una exploración de las funciones cognitivas al igual que una valoración por parte del fisioterapeuta del tono muscular y otros aspectos que puedan interferir en mantener una adecuada postura en el momento de la comida. Como veis el equipo se amplía muchísimo más al hablar de difagia. Todo el equipo médico debe estar atento y preparado para abordar las dificultades de deglución y las situaciones en las que ocurre.
Una de las pruebas instrumentales para la detección de la disfagia es la videofluoroscopia. Es una técnica radiológica que consiste en la ingesta por parte del paciente de un contraste hidrosoluble para observar la secuencia en vista lateral y anteroposterior de la ingesta de diferentes volúmenes y viscosidades (líquido, néctar y pudding). Se realiza de acuerdo al método de exploración clínica volumen-viscosidad (MECV-V) y se anotan los resultados en su hoja de registro para obtener un volumen y textura adecuados a la deglución de la persona con disfagia.
Sirve además para identificar las aspiraciones silentes en pacientes en los que no se puede diagnosticar en una valoración clínica de la deglución. La persona con disfagia puede evidenciar signos de riesgo que hablábamos antes comprometiendo a la seguridad y éstos pueden ser la penetración y/o aspiración.
Se produce una aspiración cuando se inhala alimento y atraviesa las cuerdas vocales y entra en la via aérea. Se produce una penetración cuando ese alimento pasa al vestíbulo laríngeo por encima de las cuerdas vocales.
En relación a la presbifagia o disfagia en el anciano, se ha visto que el riesgo de desarrollar una neumonía por aspiración en personas mayores de 75 años es 6 veces mayor que en menores de 60 años. Además hay evidencia de que entre un 27% y un 71% de las disfagias orofaríngeas son personas mayores de 70 años.

Cabe destacar que además de la disfagia debido al proceso de envejecimiento, esta se produce en muchas otras situaciones como pueden ser en personas que han sufrido un ictus, un traumatismo craneoencefálico o cáncer. En otros casos, como es el de la imagen de la videofluoroscopia, puede producirse disfagia por la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), viéndose muy alterada la motilidad esofáfica y llevando a la persona a atragantarse mientras come.
La disfagia es un síntoma de muchas enfermedades, a las que se suma en la actualidad la enfermedad del COVID-19 del que ya hablamos en el post anterior »EL DCA EN TIEMPOS DE COVID-19».
Finalizamos citando algunos artículos de interés en disfagia:
· Amarilis Barbié Rubiera, Ligia María Marcos Plasencia, Yolanda Aguilera Martínez. Disfagia en paciente con enfermedad cerebrovascular. Actualización. (2009)
· L. J. Silveira Guijarro, V. Domingo García, N. Montero Fernández, C. M.a Osuna del Pozo, L. Álvarez Nebreda y J. A. Serra-Rexach. Disfagia orofaríngea en ancianos ingresados en una unidad de convalecencia. (2011)
· Martín Carlos Lugaro, Alejandro Risso-Vazquez. Trastornos Deglutorios luego de la extubación en Terapia Intensiva. (2018)
· Patrick Zuercher , Céline S. Moret , Rainer Dziewas y Joerg C. Schefold. Disfagia en la unidad de cuidados intensivos: epidemiología, mecanismos y manejo clínico. ( 2019 )
· Lara Fernández R., Natalia Cabrera S., Diego Fernández O., Lorena Olcese T. Disfagia en tiempos de COVID-19. (2020)